Por qué nuestro perro hace o deja de hacer alguna cosa no siempre puede explicarse. De hecho, es un error creer que todas las conductas tienen un origen genético, y porque nuestro perro se comporte de una manera todos los perros han de tener costumbres similares.
Todos los individuos, incluso los perros, tienen la capacidad de expresarse a través de sus propias experiencias personales.
Tratar de explicar todo comportamiento mediante una generalización fundamentada en la evolución de las especies, lleva a uno de los errores más comunes de quienes procuran interpretar las conductas.
Una conducta que no deja de sorprender a más de un dueño de mascota, se da al ver a su perro recién bañado o ciertamente limpio, revolcarse sobre lo primero que encuentra a su paso, -y si se trata de heces de animal o alguna otra cosa de hediondo olor mejor-.
La explicación más consensuada al respecto, es que el animal intenta camuflar su propio olor, confundiéndolo -en el caso de las heces o de cadáveres- con el que tendría su propia presa. Así, en estado natural, esconderían su olor con el de los hervíboros y resultaría más fácil acercarse al territorio de sus víctimas.
La explicación más consensuada al respecto, es que el animal intenta camuflar su propio olor, confundiéndolo -en el caso de las heces o de cadáveres- con el que tendría su propia presa. Así, en estado natural, esconderían su olor con el de los hervíboros y resultaría más fácil acercarse al territorio de sus víctimas.
Sabido es que el olor natural que tienen los perros, es un código de identificación personal entre sus pares. En un encuentro casual lo primero que harán es husmear los genitales del otro como para saber de quién se trata. Esto mismo, da otra explicación al hecho de camuflar su olor personal más ligada a lo social: un animal que se haya revolcado sobre objetos asquerosos, seguramente llamará la atención de los demás perros.